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FRASES DE RICHARD BAXTER

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Richard Baxter nació en Inglaterra en el año 1614. Fue conocido durante su vida como el pastor cuyo fiel ministerio transformó a los habitantes de Kidderminster, antes famosos por su corrupción. Se convirtieron en hombres y mujeres que llevaron fruto de verdadero arrepentimiento.

Con el propósito de animar a otros pastores para que pusieran celo y fervor en su labor, escribió un libro llamado “The Reformed Pastor” (El pastor reformado).

Aquí te compartimos algunas de sus frases que serán de bendición para tu vida.

1. Tolerar los vicios de los ministros es promover la ruina de la iglesia. Porque, ¿qué vía más rápida hay para depravar y destruir a las personas que la depravación de sus líderes?

2. Todo ministro debería tener especial cuidado de su corazón antes de presentarse ante la congregación. Si está frío, ¿cómo podrá dar calor a los corazones de los oyentes?

3. Tengan cuidado, para que el ejemplo de ustedes no contradiga su doctrina, para que no pongan piedras de tropiezo delante de los ciegos que puedan ser ocasión de su ruina; para que no desdigan con sus vidas lo que dicen con sus lenguas y sean así los más grandes obstáculos del éxito de sus propias labores.

4. Si ustedes creen que Cristo era más digno de imitación que el César o que Alejandro, y que es más glorioso ser un cristiano que ser un conquistador, e incluso, que es mejor ser un hombre que una bestia, que con frecuencia nos supera en fortaleza, entonces, contiendan con caridad y no con violencia, y opongan la mansedumbre, el amor y la paciencia a la fuerza, y no la fuerza a la fuerza.

5. ¡Cuánta abundancia de bien podrían hacer los ministros si se limitaran a vivir despreciando el mundo y las riquezas y la gloria del mismo, y dedicaran todo lo que tienen al servicio de su Señor! Eso inclinaría más corazones a recibir su doctrina que cualquier oratoria que pudieran emplear, pero sin esto, la excepcionalidad de la religión no parecerá más que hipocresía, y probablemente es así.

6. La autonegación es absolutamente necesaria en todo cristiano, pero doblemente necesaria en un ministro, por cuanto él posee una doble santificación o dedicación a Dios. Sin autonegación, él no puede rendirle a Dios una hora de servicio fiel. Con los estudios difíciles, el mucho conocimiento y la excelente predicación no hace más que pecar de manera más gloriosa e hipócrita, si el objetivo no es bueno.

7. La verdad vence el prejuicio con la simple luz de la demostración, y no hay mejor modo de hacer prevalecer una buena causa que darla a conocer de la manera más simple, común y exhaustiva que podamos; y es esta luz la que persuadirá a una mente que no está preparada. En el mejor de los casos, quien no sea capaz de comunicarla con claridad a otro demuestra que él mismo no ha asimilado bien el asunto.

8. La oración debe dirigir nuestra labor y también la predicación; no predica de corazón a otros quien no ora por ellos. Si no prevalecemos con Dios para que les dé fe y arrepentimiento, lo más probable es que no prevalezcamos con ellos para que crean y se arrepientan.

9. Cada vez que contemplemos nuestras congregaciones, recordemos con fe que ellas son la adquisición de la sangre de Cristo, y por tanto, es así como debemos considerarlas.

10. La humildad no es un simple ornamento del cristiano, sino una parte esencial de la nueva criatura. Es una contradicción ser un individuo santificado o un verdadero cristiano, y no ser humilde.

11. ¡Cuán raro es encontrar a alguien que se duela o que sangre con las heridas de la iglesia, o que las tome en serio con sensatez y las considere suyas propias, o que alguna vez haya pensado con ansia en una cura! No, lo que casi cada grupo piensa es que la felicidad del resto consiste solamente en volverse a ellos, y puesto que los demás no están en su mente, dicen: “¡Abajo con ellos!”, y se sienten alegres cuando oyen que cayeron, pensando que es así como la iglesia se levanta—es decir, la suya propia. ¡Cuán pocos hay que entienden el verdadero estado de las controversias entre los distintos grupos o que en alguna ocasión hayan discernido bien cuántas de esas controversias no son más que verbales y cuántas son reales!

12. Les recomendaría a todos mis hermanos, como la cosa más necesaria para la paz de la iglesia, que se unan en las verdades necesarias, y que soporten los defectos y que sean pacientes los unos con los otros en aquellas cosas que puedan tolerarse, y que no hagan un credo más amplio ni más necesidades de las que Dios ha hecho.

13. La reforma es para muchos de nosotros lo que era el Mesías para los judíos. Antes que él viniera, ellos lo aguardaban, lo deseaban, alardeaban acerca de él y se regocijaban en la esperanza de su venida, pero cuando él vino, lo aborrecieron y no creyeron que él era verdaderamente la Persona adecuada, y por ese motivo, lo persiguieron y lo mataron, para la maldición y la confusión del cuerpo principal de su nación.…

Eso mismo ocurre con muchos en cuanto a la reforma. Esperaban una reforma que les trajera más riqueza y honor para con el pueblo y poder para obligar a los seres humanos a hacer lo que ellos querían que hicieran, y ahora, ven una reforma que les lleva a ser más condescendientes y les produce dolores que nunca antes habían sentido, y esto no les sienta bien.

14. No es labor del Espíritu decirles cuál es el significado de las Escrituras ni darles el conocimiento de la divinidad sin que ustedes mismos estudien y se esfuercen. La labor del Espíritu es bendecir ese estudio y darles así el conocimiento.

15. Me agrada oír de alguien que insiste mucho en los mismos principios básicos del cristianismo. Porque nosotros no tenemos más que un Dios y un Cristo y una fe que predicar, y yo no predicaré otro evangelio para complacer a los hombres con la variedad, como si nuestro Salvador y nuestro evangelio se hubieran añejado.

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