EL ATEO QUE QUERÍA VER A DIOS
Un ateo acude a un predicador y le dice que él quiere ver a Dios.
A todo esto el predicador responde: «¿Así que tú quieres ver a Dios? ven para acá…»
Era medio día y el sol estaba clarito y caliente y el predicador le dice: «quédate mirando el sol sin pestañear media hora».
A lo que el ateo le responde: «¿piensas que soy tonto? ¿Piensas que no sé qué voy a quedar ciego?»
A lo que el predicador le responde: «si no eres capaz de ver al secretario cómo quieres ver al jefe, amigo».
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