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¿POR QUÉ DEBEMOS SER TEÓLOGOS?

porque debemos ser teólogos

El teólogo puritano William Ames dijo que la teología es la doctrina de vivir para Dios.

Wilhelmus Brakel creía que la teología era el servicio razonable del cristiano.

Estos hombres simplemente están reiterando la antigua verdad de que los creyentes necesitan vivir vidas de adoración a Dios, y nosotros necesitamos teología para adorar correctamente. Porque nadie puede adorar a Dios de una manera que le agrade si no lo conoce.

Sin embargo, vivimos en un tiempo de “Cristianismo Simple,” donde los creyentes quieren saber el mínimo requerido para creer y ser salvos. El credulismo fácil es todo lo que la mayoría de los cristianos profesantes buscan. Piensan que el cristianismo es decir una oración y tomar una butaca cómoda al cielo.

Sin embargo, el cristianismo es todo menos eso. Más bien, es una vida de conflicto -conflicto con el pecado, conflicto con el mundo y conflicto para someter nuestras mentes y cuerpos frágiles a un verdadero conocimiento de Dios. Y esto es lo que Thomas Watson quiso decir cuando escribió: “Tomando el Cielo por Tormenta”

La mentalidad de los puritanos está muy lejos de la mentalidad del evangelismo moderno. El mantra del evangelismo en el mundo de hoy es “ningún credo solo la Biblia”. Este enfoque casi ha puesto un clavo de muerte en la Teología Sistemática. El impacto a largo plazo de esto no puede ser exagerado.

¿Que Es Un Teólogo? Cuando menciono teólogo, ¿qué se viene a la mente?

Probablemente evoca imágenes de educadores de élite y de los salones sagrados de la academia.

«Teólogo» es un nombre que a menudo se atribuye a hombres eruditos letrados -aquellos que pasan sus años en bibliotecas, publicando grandes tomos sobre puntos doctrinales delicados.

Dentro de la iglesia, hay una tendencia a ver a los teólogos como separados y elevados – los privilegiados del Cuerpo de Cristo. Los teólogos son la clase alta que publica artículos, escribe libros, enseña en seminarios y frecuenta el circuito de conferencias.

Pero aunque muchas de estas actividades son comunes a quienes viajan en círculos teológicos, ninguna de ellas define al cristiano como teólogo.

En cambio, la característica distintiva de un teólogo es que conoce a Dios. Nunca contento, busca firmemente un conocimiento más profundo de Él y de Su Palabra.

A pesar de cómo se usa a menudo el término teólogo, no es una profesión; es una forma de vida que debe ser común a todos los individuos que afirman creer en Cristo.

En el evangelio de Juan, el Señor mismo dijo: “Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).

Conocer a Dios no es una tarea opcional; es un mandato para la iglesia. Si Cristo te ha llamado al arrepentimiento y a la fe, te ha llamado a ser teólogo.

Este no es un llamado que se cumple simplemente con sentarse en una banca cada semana. Los verdaderos teólogos no se contentan con ser alimentados con cuchara de su doctrina, buscan con seriedad el rico sustento de la Palabra de Dios. Entienden el valor práctico de su teología: cómo afecta cada aspecto de su vida cotidiana.

Cada creyente necesita un “cuadro completo” de la enseñanza doctrinal de las Escrituras. Tristemente, muchos cristianos asumen que la Teología Sistemática está intrínsecamente en desacuerdo con la Biblia, cuando en realidad es la disciplina más bíblica de la teología.

La Teología Sistemática es la armonía y sintetización de lo que la Biblia entera dice sobre cualquier asunto en particular.

La Teología Sistemática, impregnada de teología exegética e histórica, requiere una comprensión completa de todo el alcance de la Biblia para poder ser realizada fiel y completamente.

La Necesidad De Un Resurgimiento De La Teología Sistemática

Vivimos en una época única. Nuestros recursos son abundantes, pero la educación teológica cristiana nunca ha sido más pobre.

Un estudio reciente hecho por Ministerios Ligonier encontró que el 78% de los encuestados creían que Jesús era el ser creado más elevado. Como bien ilustra este estudio, muchos se engañan a sí mismos creyendo que son cristianos cuando no entienden lo que enseña el cristianismo, incluso sobre Jesús mismo.

La raíz de este problema es la indiferencia hacia la educación teológica. Hubo un tiempo en que el padre de la iglesia, Atanasio, defendiendo la deidad de Jesucristo, estaba en contra del mundo. Se mantuvo solo debido a la controversia y a un debate feroz.

Hoy en día, los que se preocupan por la precisión de la doctrina cristiana central se han encontrado de nuevo en una situación atípica. Son la rareza de la iglesia.

Aquellos que se preocupan por una interpretación bíblica apropiada están, una vez más, contra el mundo; pero esta vez, no como resultado de la controversia, sino de la apatía.

La apatía está estrangulando a la iglesia. A la mayoría ya no les importa la precisión de la doctrina. Y esa apatía comienza en los de arriba. Comienza con los pastores, ancianos y diáconos, quienes han decidido que no es eternamente necesario captar todo el consejo de Dios.

Aquí está la carga sobre usted: El entrenamiento bíblico no es una disciplina resignada para los ministros vocacionales de tiempo completo, sino una tarea por la cual cada hombre, ante Dios, será responsable.

John Gerstner dijo: “Si un teólogo es una persona que conoce a Dios, entonces por razonamiento inverso una persona que no es teólogo no conoce a Dios. No es vergonzoso que a un laico se le diga que no sabe de carpintería, o de plomería, o de fontanería, o de medicina, o de leyes, o de enseñanza, o de los asuntos de un ama de casa; pero ciertamente es la mayor vergüenza que se le diga a un laico que no conoce a Dios. Además, hay más que vergüenza; hay un gran peligro”.

Todos los hombres son responsables ante Dios, por su conocimiento de Él, y por su servicio a Él. El cristiano debe pasar su vida yendo en pos de Dios a través de Su Palabra

Sin embargo, ninguno de nosotros ha sido llamado a hacer este viaje solo. Dios ha dado a Su pueblo el Cuerpo de Cristo para que se moldeen y entrene unos a otros. Sería una tontería -incluso peligroso- asumir que cualquier individuo aislado podría convertirse en un teólogo sensato. Dejado a su suerte, el individuo lucharía por desarrollar la hermenéutica bíblica, la teología ortodoxa y la doctrina práctica que lo llevaría al crecimiento espiritual y a la santidad personal

Convirtiéndose en Teólogo

Pero, ¿cómo comienzan las personas a comprender el panorama general de la Biblia? ¿Qué establece los límites para su teología y su interpretación personal del texto? ¿Cómo crecen las personas en su teología?

1. Adopte una declaración doctrinal histórica.

Si se examinara la tendencia del evangelismo en los últimos 50 años, se encontraría con un número creciente de declaraciones doctrinales “caseras.” Esto fue en última instancia un subproducto del movimiento de la Conferencia Bíblica Evangélica, pero también fue muy pragmático. Fue menos disuasivo para los nuevos miembros tener una declaración doctrinal más pequeña y “realista”. También, como resultado, significaba que era menos necesario que las personas afirmaran convertirse en miembros de la iglesia local.

Y años después, nos hemos encontrado con los esqueletos más escasos de declaraciones doctrinales en la historia de la iglesia. Por ejemplo, la Confesión Bautista de Londres de 1689 contiene treinta y dos capítulos. La mayoría de las declaraciones doctrinales de hoy en día caben apenas en una página oculta en algún lugar del sitio web de la iglesia.

Y el impacto que esta doctrina autodidacta ha tenido es casi insuperable. El resultado es una doctrina poco profunda y diluida, que a su vez ha producido cristianos poco profundos y débiles. Considere el orgullo que implica crear su propia declaración doctrinal (y como resultado ignorar miles de años de la obra de Dios en la iglesia); huele a arrogancia.

Incluso el mismo gran Príncipe de Predicadores, Charles Spurgeon, no tuvo la audacia de crear su propia declaración doctrinal. Más bien, reimprimió la Confesión Bautista de Londres para cada miembro de su iglesia local. Y esto es lo que dijo Spurgeon:

“Este antiguo documento es la más excelente personificación de las cosas que más seguramente se creían entre nosotros. No se emite como una regla autoritativa o un código de fe, por el cual puedes ser encadenado, sino como un medio de edificación en justicia. Es una excelente, aunque no inspirada, expresión de la enseñanza de las Sagradas Escrituras por la que deben medirse todas las confesiones.”

Y esto es lo que una declaración doctrinal sólida hace por la iglesia. Establece un cerco de protección para proporcionar al creyente espacio para crecer en la Palabra de Dios dentro de los límites del cristianismo histórico. Evita que el creyente se desvíe del camino trillado de la sana doctrina. Cualquier buena confesión (o declaración de fe) es meramente una teología mini-sistemática para la congregación.

2. Reconocer Y Examinar Críticamente Sus Presuposiciones Personales

Es de vital importancia que usted sepa cuáles son sus presuposiciones para que pueda probarlas contra las Escrituras. Si no las reconoce y las prueba contra la Palabra de Dios, se habrá convertido en el juez supremo de la verdad. Cuando los credos, las confesiones o la tradición, o su maestro de escuela dominical, pastor, o incluso sus propios pensamientos se equivocan, usted necesita conocer para ponerlos a prueba.

Si no se alinean con las Escrituras, usted las rechaza. Aquí es donde el creyente debe disciplinarse a sí mismo antes de poder evaluar adecuadamente temas teológicos más profundos.

Los reformadores practicaron esto con las enseñanzas católicas sobre las indulgencias, el culto a María y la salvación sinérgica. Los bautistas hicieron esto cuando examinaron sus raíces reformadas y se dieron cuenta de que el bautismo de infantes no se encontraba en la Biblia (ni en las enseñanzas de los primeros 300 años de la iglesia primitiva).

3. Sea Diligente En La Lectura De La Biblia

La palabra diligente es demasiado suave. Debe trabaja arduamente en su lectura de las Escrituras.

La cultura americana no valora el trabajo duro como antes; tristemente, esta pobre ética de trabajo ha llegado a las bancas de la iglesia. La gente raramente trabaja en la viña de la Palabra de Dios de la manera en que lo hizo una vez.

La Biblia es el pozo profundo del cual se extrae todo el conocimiento de Dios. Es un tesoro; no permita descuidarla. Si sabe leer, debe hacer de la lectura de la Biblia su deber diario. Si no tiene un entendimiento firme de la Biblia, no puede revertir el error en usted mismo o en otros.

4. Sea Reflexivo En Su Lectura

Usted no debe leer con una mente irreflexiva, un entendimiento superficial, o por ritual irreflexivo. Debe leer con profunda contemplación. Tome notas. Observe los pequeños detalles que se encuentre.

Cristo nos manda que escudriñemos las Escrituras. Buscar no es algo que se pueda hacer pasiva o indiferentemente; es un esfuerzo. Es trabajo.

No sea un oyente pasivo de sermones, o un lector perezoso de comentarios. Si encuentra claridad al leer, tome nota de ello; memorícelo y estudie más para que se cimiente dentro de sus convicciones.

5. Use libros que le ayuden a crecer

Pablo escribió: “Tráeme los libros” (2 Tim 4:3) mientras estaba sentado en la cárcel. Necesitaba libros que le ayudaran a crecer en sus conocimientos.

Si Pablo los necesitaba, nosotros también. Hay muchos libros excelentes que deberías comprar; y como subproducto, estás haciendo una inversión en tu propia alma y crecimiento espiritual.

6. Mejore Sus Conversaciones Con Otros Creyentes

No se conforme con relaciones tontas y superficiales. En vez de eso, procúrense unos a otros sobre asuntos espirituales. Tenga conversaciones teológicamente ricas e informadas. Discuta lo que está aprendiendo acerca de Dios.

Cuando usted desarrolla relaciones más significativas, promueve una atmósfera donde usted y otros creyentes pueden crecer. Si aquellos que tienen conocimiento comenzaran a comunicarlo con humildad; y si en áreas de ignorancia fuéramos aprendices intencionales, promoveríamos una atmósfera de edificación mutua y crecimiento espiritual.

7. No Busque Conocimiento Para La Alabanza De Los Hombres.

Los hombres a menudo buscan el conocimiento para el aplauso de los demás o para tener ventaja en un debate; pero esta no es lo que debería ser un creyente. Más bien, debemos esforzarnos en crecer en nuestro conocimiento de Dios para la satisfacción de nuestras almas. Si usted busca el conocimiento por las razones equivocadas, sólo se hinchará (1 Corintios 8:1).

8. Manténgase en Oración en Su Búsqueda

Póngase de rodillas mientras lee la Biblia. Ruegue a Dios que le dirija y le bendiga mientras se esfuerza por conocerlo mejor.

Santiago nos dice: “Pero si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría, que la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” (Santiago 1:5). Porque es el Señor quien da la sabiduría: Sí, de su boca sale el conocimiento y el entendimiento (Proverbios 2:6).

Trabaje duro para ser consciente de su propia ceguera e ignorancia, porque esto le empuja a buscar la ayuda de Dios y le impide seguir su auto-esculpida ingenuidad hacia el error.

9. Practique Lo Que Aprenda

El arte de la práctica le ayudará a aprender más. El salmista anima calurosamente a los creyentes a hacer esto: “Entiendo más que los ancianos, porque tus preceptos he guardado” (Salmo 119:100).

Spurgeon dijo una vez: “Oí a un hombre decir, hace un momento, que no creía que hubiera una verdadera vida cristiana, porque había descubierto a tantos hipócritas. Le recordé que no podía haber hipócritas si no había hipócritas genuinos. A nadie se le ocurriría pasar un mar soberano si no hubiera una moneda. Así que el hecho de que haya algunos hipócritas prueba que hay algunos personajes genuinos.”

A los que no se consideran las élites intelectuales privilegiadas del Cuerpo de Cristo, recuerden el objetivo de la vida cristiana: conocer y atesorar a Dios. Su deber es ser un teólogo: pasar su vida sondeando las profundidades del carácter y de la Palabra de Dios. Dedique su vida a este esfuerzo digno.

Autor: Peter Sammons.

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