ECOLOGISMO Y CALENTAMIENTO GLOBAL OTRA FALSA RELIGIÓN
El siguiente post tiene como objetivo hablar sobre el calentamiento global y el ecologismo.
El 14 de febrero de 2005, el Consejo Nacional de Iglesias de EEUU publicó un documento titulado: “God’s Earth Is Sacred: An Open Letter to Church and Society in the United States” (La Tierra de Dios Es Sagrada: Una Carta Abierta a la Iglesia y a la Sociedad en los Estados Unidos). La carta hace un llamado a los cristianos a arrepentirse de sus “pecados sociales y ecológicos”.
La carta, cita al Patriarca Ecuménico Bartolomé:
”Cometer un crimen en contra del mundo natural es un pecado. . . por los seres humanos que degradan la integridad de la Tierra provocando cambios en su clima, despojando a la Tierra de sus bosques naturales, o destruir sus aguas. . . por los seres humanos que dañan a otros humanos con enfermedad. . . por los humanos que contaminan las aguas de la Tierra, su tierra, su aire, y su vida, con sustancias venenosas. . . estos son pecados”.
El documento procede a afirmar que muchos cristianos han acogido “un evangelio falso que continuamos viviendo en nuestros hábitos diarios – un evangelio que proclama que Dios cuida de la salvación de los humanos solamente y que nuestro llamado humano es explotar la Tierra para nuestros fines propios solamente”. Al relatar los pecados de los que deben arrepentirse, los autores indican lo siguiente: “confesamos que en lugar de vivir y proclamar esta salvación a través de nuestras mismas vidas y nuestra adoración, hemos abusado y explotado la Tierra y a las personas en los márgenes de poder y privilegio, alterando los climas, extinguiendo las especies, y exponiendo en peligro la capacidad de la Tierra para sostener la vida tal y como la conocemos y amamos.”
Pero tales declaraciones reflejan una comprensión del “pecado”, de la “salvación,” y del “evangelio” el cual está muy distante del Nuevo Testamento.
El Evangelio del Nuevo Testamento gira alrededor de la muerte, la sepultura y la resurrección de Cristo (1 Cor. 15:3-4), como el único medio (Juan 14:6), a través del cual los pecadores individuales (rebeldes en contra de la ley moral de Dios – Romanos 3:10–18, 23) pueden se reconciliados con Dios (2 Cor. 5:17–21; Col. 1:21). Es el poder de Dios para salvación para todo aquel que cree (Rom. 1:16), de tal forma que aquellos que creen en el Señor Jesucristo serán salvos (Hechos 16:31).
Como Pablo explica a los Romanos: “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” (Rom. 10:9–10).
En ninguna parte del Nuevo Testamento el pecado, la salvación, o el evangelio es definido una sola vez en términos de la responsabilidad ecológica corporativa. En lugar de ser consumidos con las cosas de esta tierra, a los creyentes se les ordena a enfocar la atención en la vida venidera. El apóstol Pedro, hablando de la destrucción de esta tierra, hace este punto en 2 Pedro 3:10–13.
No somos llamados a canalizar todo nuestros recursos a conservar este planeta actual. En lugar de eso debemos enfocar la atención en el mundo por venir, y vivir esta vida en santidad y conducta piadosa.
Cuando el Consejo Nacional de Iglesias sugiere que: “En este momento más crítico en la historia de la Tierra, estamos convencidos de que el imperativo moral central de nuestro tiempo es el cuidado de la Tierra como la creación de Dios,” no podríamos estar más en desacuerdo con ese pensamiento falso.
El imperativo moral central para la iglesia en esta época fue articulado por Cristo en la Gran Comisión (Mat. 28:19–20). Debemos tomar el verdadero evangelio (que los pecadores pueden ser reconciliados con Dios a través de la fe en Cristo) a las almas perdidas y moribundas. Salvando el mundo, por cristianos, no se trata de salvar el planeta, sino de salvar al perdido.
Además, el máximo legado que podemos dejar a la siguiente generación no es un planeta más limpio, sino la verdad del Evangelio (cf. Deut. 6:5–9; 2 Tim. 3:14–15). En lugar de distraernos por los intentos de salvar nuestro planeta dañado, los cristianos deberían enfocarse en lo que Dios realmente ha llamado a la iglesia que haga – deseando que llegue el día cuando El creará una tierra nueva que dure para siempre tal como lo señala Apocalipsis.
Autor: John MacArthur.
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