¿PUEDE UN CRISTIANO DEPRIMIRSE?
Pregúntale al profeta Elías, cuando huyó a la cueva en Beerseba y deseaba la muerte (1 Reyes 19).
Pregúntale al rey David, cuando huyó a la cueva de Adulam y lloraba amargamente por encontrarse solo y traicionado (1 Samuel 22).
Pregúntale al apóstol Pablo, cuando ya viejo, estaba en la cueva de su prisión en Roma, olvidado por las iglesias que había ayudado a fundar y tachado de un ministro inferior, quizás hasta hereje, por predicar la Cruz en lugar de la circuncisión a los gentiles (2 Corintios 11; Filipenses 1).
¿Puede el hombre y la mujer de DIOS encontrarse en un desierto de desesperación, de dolor, de soledad y aflicción?
Por supuesto, si hasta el Hijo de DIOS fue llevado al desierto por el mismo Espíritu para ser afligido por el hambre, la sed y Satanás (Mateo 4:1), ¿acaso nosotros seremos exentos de tal sufrimiento?
Pero os diré esto: la misma mano de DIOS que nos condujo al desierto, nos sacará también a pastos verdes en su debido tiempo (Salmos 23). DIOS no abandona a los suyos, y todas las cosas, en Cristo Jesús, resultará para nuestro bien: sí, aún el dolor, aún la traición, y aún la muerte (Romanos 8:28-39).
Así que, ¿estás afligido? Llora y clama a tu DIOS (Santiago 5:13). Que Él tomará tus lágrimas y las convertirá en ríos de agua viva (Juan 7:38); «porque un momento será su ira, Pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, Y a la mañana vendrá la alegría» (Salmos 30:5).
Autor: Joshua Enior Jiménez.
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