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EL CREYENTE ENVIDIOSO

La envidia es un pecado terrible que acontece en muchos creyentes y este pecado va más allá de anhelar y codiciar con lujuria los bienes materiales del su hermano. A la persona envidiosa no le importa eso, ya que puede tener mejor casa, carro y mujer. La persona envidiosa le irrita que otra persona tenga éxito, envidia que la otra persona tenga mejor carácter y gracia porque él no tiene ese carácter y gracia. Envidia su personalidad porque él no posee una personalidad como él. Le irrita su madurez, su sencillez y su amabilidad que agrada a muchos. Envidia su carisma, su buena energía y fe. Envidia su modo de ser, sus actitudes con otras personas y buena conducta ante los demás.

Estas cosas le irrita muchísimo, las aborrece con toda su alma, pero en el fondo las envidia como nadie porque esa persona tiene lo que él no tiene. El envidioso buscará pisotearlo, hacerlo sentir inferior, usará maneras y formas de manipular la situación para desacreditarlo y aún usará las escrituras a su propia opinión rebelde y depravada para hundir a su hermano que es mejor que él en mucho y por mucho.

Tenemos varios ejemplos bíblicos de la envidia en ciertos personajes bíblicos.

-Cuando la ofrenda de Abel fue de agrado para Dios, y la de Caín no, Caín mató a su hermano por causa de la envidia. (Génesis 4:3-8). Caín envidiaba todo en su hermano Abel, pero más su éxito en lo que hacía para agradar a Dios.

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-Cuando Coré tuvo envidia de Moisés, la tierra se abrió y lo tragó. (Números 16). Una consecuencia grave por la envidia.

-Cuando Saúl dejó entrar envidia acerca de David en su corazón, fue asesinado en la batalla. (1 Samuel 18). Una de las causas principales de la persecución de Saúl hacia David era su envía, en tiempos actuales esto se ve en el celo ministerial. El celo ministerial, de que el hermano tenga un mejor cargo y mejor rendimiento en el, causa celo, y ese celo es causa primaria de la envidia.

-La Biblia muestra que los hijos de Jacob abrigaban envidia contra su hermano José. Génesis 37:11 dice: “Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto.”

Aún Jesús fue asesinado por los líderes religiosos de aquellos tiempos porque lo envidiaban. Reconocían que Cristo era la máxima autoridad y enseñaba como nadie, envidiaban que él arrastrará multitudes hacía él.

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“El corazón apacible es vida de la carne; mas la envidia es carcoma de los huesos.” (Proverbios 14:30).

La palabra hebrea que se ha traducido como carcoma, tiene su raíz en una palabra que significa algo que está podrido. Carcoma de los huesos denota por tanto un trastorno grave de la salud por el cual los huesos están en proceso de putrefacción. Así es como ve Dios a la envidia. El corazón envidioso es un corazón en estado de putrefacción.

Proverbios 17:4 dice en cuanto a lo dañino de la envidia: “Cruel es la ira, e impetuoso el furor; mas ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia?»

La persona que tiene envidia divide a las personas donde se encuentra Destruye relaciones matrimoniales y de noviazgo, causa discordia entre sus hermanos, crea espíritu de amargura y maldad. Hace que la gente diga y haga cosas de maneras tóxicas. Es un manipulador, trae influencias malignas a sus semejantes. Tener envidia es claramente un pecado, y está definido como tal en la Palabra de Dios.

“Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.” (Santiago 3:16).

Salomón nos enseña que cuando una persona hace las cosas correctas, del agrado de Dios y con buen prestigio y reconocimiento, esto despierta la envidia en muchos.

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Eclesiastés 4:4 “He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.”

Esto sin duda sucede en la iglesia, líderes que envidian a pastores, pastores que envidian a otros pastores. Envían su prestigio, su forma de ser, su conducta Sana y su carisma con la gente. Muchos envidian que enseñe muy bien, otros porque vienen de otros países y sienten envidia porque ellos (los envidiosos) no son internacionales. El Apóstol Pablo a esto escribe:

«Algunos, a la verdad, predican a Cristo aun por envidia y rivalidad, pero también otros {lo hacen} de buena voluntad;» (Filipenses 1:15).

Pablo reconocía que habían unos creyentes que eran predicadores y envidiaban a Pablo y su magistral predicación y enseñanza. Pablo contempló que esto es un mal dentro de la iglesia. Que este celo ministerial y esa envidia de creyentes por el éxito de otro hermano, era un problema fuerte.

Aquí traigo dos definiciones de Dos diccionarios bíblicos de como definen la envidia.

El Diccionario Alfonso Lockward define la envidia de está forma:

«Sentimiento de molestia por el bien ajeno, porque otro tiene algo que deseamos para nosotros. Generalmente produce la inclinación a negar la existencia de éste, a tratar de poseerlo o destruirlo y, sobre todo, a sentir odio hacia la persona que posee lo que deseamos. Cuando Isaac prosperó mucho “los filisteos le tuvieron envidia.” y segaron los pozos que “habían abierto los criados de Abraham” (1 Co 13:4).

 

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El Diccionario Pastoral define la envidia de la siguiente manera.

Es el pesar por la felicidad del prójimo y apetencia desordenada de los bienes ajenos. Esto es condenada por la ley (Éxodo 19:17) y considerada como fuente de incontables males (Génesis 4:3-5); (Génesis 30:1); (Génesis 37:4); (1 Samuel 18:6-9); (Proverbios 14:30). El NT atribuye a la envidia la misma muerte de Cristo (Mateo 27:18); (Marcos 15:10) y el rechazo del evangelio (Hechos 13:45); (Hechos 17:5). Hay que superarla con amor [1 Corintios 13:4-6] llevando una vida según el Espíritu (Gálatas 5:22); (Gálatas 5:24).

-Usted se da cuenta en las escrituras que los filisteos envidiaban hasta la prosperidad de Isaac, taparon con malicia los pozos de los que dependían sus rebaños y manadas. Por último, su rey exigió que Isaac se marchara de la zona. (Génesis 26:14-16, 27).

-Usted se da cuenta que Raquel, envidiaba a su hermana Lea porque tenía más hijos que ella. (Génesis 30:1).

-Usted se da cuenta que en la parábola, El hermano del hijo pródigo Él era el dueño absoluto de todo lo que había en su casa, pero envidiaba el amor del papá, el vestido, el anillo y el becerro gordo. (Lucas 15:22-32).

Deje se ser un envidioso, sea humilde, alégrese que su hermano prospera, crece y tiene éxito. Un día llegará su oportunidad y Dios lo premiará. No sea una Caín, sea el Abel en la historia de su vida.

– Gerson Montiel

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Vida cristiana

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