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CONSECUENCIAS DEL SEXO ANTES DEL MATRIMONIO

consecuencias del sexo antes del matrimonio

Existen dos desgracias muy graves y que pasan en la iglesia y es de casos de jóvenes parejas qué al tener sexo antes del matrimonio no visualizan las graves consecuencias que en muchos casos pasan.

Vemos el cuadro de un joven que embaraza a una chica y no se hace responsable del bebé. Vemos el otro escenario donde la joven se embarca abortar al bebé.

Hay otros casos que muchos viven, pero en estos casos específicos, también hay malas decisiones, pecados aberrantes, y sin lugar a dudas, heridas por el daño. Pero el más afectado será la mayor víctima de esos cuadros, el bebé que está por nacer.

En el primer cuadro, el bebé crecerá sin su padre, donde en la crianza del niño es importante la figura paterna. En el segundo cuadro, vemos a la joven chica que le quitará la vida a un inocente bebé. No podrá crecer y ver el mundo y tener la posibilidad de sentir el amor de madre y padre.

Es obvio que hay los casos de jóvenes que «Saben cuidarse con preservativos» pero el preservativo no cuida el corazón dañado, que ya no son vírgenes y que sus vidas estarán marcadas por alguien que los sedujo, engañó y se fue.

Muchos jóvenes Cristianos por un momento de placer, satisfacción y lujuria tienen sexo antes del matrimonio y no ven las graves consecuencias que muchas veces va más allá de lo expresado arriba.

Joven que lees esto, si no tienes la intención de formar una familia, de criar hijos en el matrimonio, ese noviazgo no tiene sentido y propósito en Dios. Un noviazgo así es fornicación. ¡Así de claro!.

Joven, si estás solo por sexo o un rato de placer con ella, recuerda que estás fornicando y teniendo sexo con la mujer de otro hombre que la está esperando virgen para el matrimonio.

Tu jovencita, de nada te sirve ese noviazgo si no tienes la intención de casarte solo porque tienes el deseo de experimentar sexo antes del matrimonio. Recuerda que tú también estás teniendo sexo con el hombre de otra mujer que si quiere esperarlo virgen y conservado.

Muchos jóvenes esconden sus intenciones bajo una fachada de piedad. Son hasta teólogos y reformados y muy ortodoxos, pero eso no quita lo depravado del corazón si no hay una transformación e intimidad viva con Dios bajo su santidad y temor.

Todo comienza con besos y va más allá de besos. Cuando no hay dominio propio, y el deseo de tener sexo sobrepasa la cordura y el respeto que debería haber en la relación amorosa, ya los besos no les serán suficiente. El joven o chica que da mucho lugar a su lujuria nada le va a satisfacer, querrá más y así llegar a las caricias desmedidas que seducen y guían al sexo. Esto se detiene firmemente cuando los jóvenes sabios y temerosos de Dios prueban la profesión amorosa de su novia o novio comprobándolo con su conducta diaria. Si su conducta es tener la intención de buscar el momento a solas para el sexo, ya queda claro que su intención no es el matrimonio y el formar una familia. De personas así hay que poner límites e incluso dejar.

Es cierto que hay noviazgo que comenzaron así, y al casarse de dieron cuenta de los graves errores y horrores que cometieron y que sus pecados trajeron graves consecuencias a su matrimonio. Pero se de testimonio de matrimonio que al reflexionar y reconocer su pecado, Dios los ayudó y transformó. Hubieron cambios radicales y entendieron que eso jamás debió pasar. Pero esto no debe ser un modelo a seguir, es decir, tener la teoría diabólica de «No importa que tenga sexo con mi novia, igual me casaré y seremos felices».

Pensamientos así son frecuentes en muchos jóvenes que son guiados y engañados por su misma lujuria y pecado.

Tengan en cuenta que sus consecuencias por pecar serán fuertes sino paran. Lo más doloroso es que sufren, que pecan contra Dios y que si por error nace un bebé, el experimentará las consecuencias de ustedes. Un noviazgo serio es el santo noviazgo que respeta, que vela por santidad y siempre tiene la intención del compromiso y el matrimonio según Dios. No hay pecado que Dios no pueda perdonarte, pero debes entender que los pecados traen consecuencias y el perdón de Dios no te libra de esas consecuencias.

Autor: Gerson Montiel.